Retrato de una Cuba poco ejemplar

Norte_de_Castilla

Por: Carlos Aganzo / Diario El Norte de Castilla -Febrero 2016-.

Félix Mauricio Sáez Rodríguez dedica su obra póstuma, «Ciudadano Vidal», a la última generación de la revolución

El presidente Obama prepara las maletas para viajar a Cuba. Y aunque en su país, en pleno proceso electoral, se escuchan comentarios para todos los gustos, algo de ello verdaderamente fuera de tono, en la isla de José Martí son ya millones los que sueñan con que el final de la “dictablanda” cubana enlace definitivamente con lo que necesita el país: el final del bloqueo económico.

En este contexto, donde la lentitud de la espera sigue quemando ilusiones y esperanzas, la vida en Cuba no se detiene. Una generación completa ha aprendido a vivir con un ojo puesto en su país, en las tremendas contradicciones de una revolución reducida al grado de caricatura, y el otro en la globalidad de un mundo lleno de posibilidades. Un mundo que tiene dos principales polos de atracción: Europa y Estados Unidos. De uno de estos jóvenes, exiliado en su propio país por no decir en el interior de si mismo, engolfado con una vida falsa de sexo, drogas, fiesta y dinero fácil, alrededor de la comunidad internacional que se mueve en La Habana, nos habla un nuevo libro, esta vez publicado en España, que descubre además a un autor casi secreto. “Cuidadano Vidal”, significativamente titulado “La historia de un cubano poco ejemplar”, es la obra póstuma de Félix Mauricio Sáez Rodríguez (1970-2009), casi un libro testimonio de un joven escritor y periodista cubano, muy ligado a los movimientos musicales de su país, rescatado por su amigo, el cineasta cubano afincado en España Tony Romero, autor del prólogo de la novela.

Al estilo de un Herry Miller, o de un Norman Mailer, el sexo, combinado necesariamente con el alcohol y las drogas, es el pretexto externo para hablar de lo que verdaderamente interesa en esta novela: la soledad y el profundo desarraigo de toda una generación, que se niega a derrumbarse al ritmo de la sociedad en la que vive.  En el caso del protagonista de esta novela los extranjeros, con su vergonzante estela de turismo sexual, al final constituyen una buena puerta de salida hacia un mundo quizás no mejor, pero al menos si distinto del que se vive en la isla. El lujo y la dolce vita frente a las viviendas hacinadas, los edificios desconchados, los muebles desvencijados, las vidas de contrabando. Pero también la hipocresía y el doble lenguaje de quienes hacen en Cuba lo que son incapaces de hacer en sus países de origen, frente a los dogmas de una revolución caducada hace largo tiempo.  Y la necesidad, en medio de todas estas mentiras, de saber quien es uno mismo.

Una búsqueda de la identidad, un camino existencial que tiene además mucho que ver, en este caso, con la negritud. Porque para el acompañante negro, para el juguete sexual de las damas blancas que viven en la burbuja de la bohemia de lujo de La Habana, el conflicto también termina convirtiéndose en eso: la incapacidad del protagonista de enamorarse, de tener una relación de verdad con una mujer negra, viene a ser el símbolo de su incapacidad para seguir viviendo en su propio país, con su propia gente.

Hay, en la lectura de “Ciudadano Vidal” algo que nos recuerda al realismo sucio o la cultura pop norteamericana, pero hay sobre todo un ejercicio de escritura en castellano que entronca directamente- no solo por las permanentes referencias literarias- con la narrativa española: ese trozo de América en pleno corazón de Europa.  En todo caso, la capacidad del autor para ofrecer a los lectores un fragmento de vida, profundamente real y profundamente intenso, que nos habla de un tiempo, el presente, único e irrepetible.

Falta únicamente por reseñar el papel protagonista de la música a lo largo de toda la novela.  Un sonido entre el “espíritu funkero” y la “voluntad testimonial “ de un país donde quizás la música, por encima incluso de la palabra, sigue siendo el único espacio de libertad que no contaminan las ideologías, los intereses ni las corrupciones.  Una banda sonora imprescindible para comprender de que manera frente a la realidad, por dura o sórdida que se nos presente, siempre es posible interponer el territorio de los sueños.

El sexo es el pretexto para hablar de la soledad y el desarraigo de toda una generación.

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